Un anciano millonario que ha huido del ruido exterior y ahora vive encerrado recibiendo diariamente un ejemplar del The New York Times exclusivamente preparado para él con noticias positivas. Muertes, mutaciones y amputaciones en el sorpresivo destino del Garfio Matías. Una mujer obligada a convivir por años con un hijo monstruoso. Un áspero sargento que descubre al final de la vida de su hijo, que ese vástago suyo es justamente lo que presumía desde el punto de vista sexual. Una casa, la fichada con el número 51, donde vive una extraña mujer y donde una fisura del tiempo arma un tinglado surrealista. Los eslabones de personalidades múltiples que convergen para estimular un misterioso suicidio. La frustrada experiencia sexual de un joven que no pudo satisfacer las expectativas de una joven mujer aferrada al amor de un viejo comerciante. Una estrategia de putas que crean engañifas turbias en el burdel donde laboran para sorprender a incautos. Una palabra mágica que forma un pasadizo secreto en la vida de un hombre aferrado a un verdadero enigma lingüístico. Tales los temas de los formidables cuentos reunidos en el libro "El efecto dominó", del santiaguense José Acosta, que ganara el premio de cuento de la Universidad Central del Este. Acosta sabe cómo y cuándo dar por concluido el cuento y las piezas del conjunto de este libro lo atestiguan. En "Un adiós a Teresa", Acosta construye un cuento que se solaza en su desenvolvimiento rítmico, en su cadencia estructural que guía al lector con suma cautela y precisa urdimbre hacia el final justo, cuando el narrador sabe que no es necesario decir más, porque todo se ha relatado con un dominio nítido de la técnica cuentística. Este relato es de auténtica factura boschiana y recuerda por ello las esplendentes maneras técnicas legadas por Bosch a este género. "El hijo del sargento Espinosa" cuenta la historia oculta de un joven cuyo padre cree afeminado y a quien conduce a un burdel para que se estrene de hombre. Una misteriosa relación epistolar con "Olga", que reside en una ciudad lejana, hacia donde se escapa el joven con frecuencia para encontrarse con la amada, entusiasma al padre en la convicción de que este afecto íntimo presagia un futuro de varón al vástago. En el burdel, el joven ha contraído un herpes mortal y ahora cuando está a punto de morir, el padre reclama la presencia de "Olga" y el narrador lleva al lector a un desenlace brutalmente subyugante. Un cuento surrealista es "Jamás entren a la casa 51", formidable enredo metafísico que cuenta la rendija abierta por el tiempo y sus arcanos en la historia de un sueño quebrado. En "Los tres del uno", hay el mismo enredo difuso que conlleva a una cadena de suicidios metidos dentro de un eslabón que estimula el misterio. Es probablemente, el mejor relato del libro. Mientras que en "La mesa", el narrador aborda la vertiente psicológica con particular dominio del encadenamiento intrincado que lo sujeta. "Ser la diferencia" es un cuento que esconde, tras su andadura lúdica, un distintivo fique argumental, de concepción desconcertante. Y, finalmente, la historia de "Eladia Malfini", retoma el tema del burdel, ya asumido en la pieza de "El hijo del sargento Espinosa", aunque ahora con un enfoque más directo y sentencioso. Es también una historia divertida y sagazmente manejada, que destella en el conjunto por su manejo secuencial y su final chocante. En fin, José Acosta manifiesta en este libro laureado su capacidad técnica como cuentista de bríos formales muy vigorosos y precisos; su vuelo imaginativo, cargado de peculiaridades imantables; el uso de un lenguaje que no se detiene en descripciones innecesarias y que maneja con gran belleza de estilo. José Rafael Lantigua, exministro de Cultura de la República Dominicana Suplemento Biblioteca, Listín Diario, Domingo, 30 de septiembre de 2001
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